domingo, 23 de febrero de 2014

UNAS PALABRAS DE REFLEXIÓN PARA VENEZUELA

         Frente los diversos acontecimientos de los últimos días que vive mi país, Venezuela, he visto la necesidad de detener un poco mis actividades laborales  para reflexionar el enfrentamiento que existe entre los mismos venezolanos, lo más entristecedor  es la pérdida humana.
La grave situación de polarización del esquema político y el vacío de liderazgo  entre ambos sectores nos conlleva más que una lucha política a una lucha de poder. Si es verdad que existe una grave situación económica y, sobre todo,  social, pero nos hemos preguntado ¿Qué he hecho yo por mi país?, ¿Cómo veo a Venezuela?, ¿Qué significa mi país para mí? 
No se trata que una ideología sea mejor de la otra, ni que un grupo representa la paz  y el otro el amor. No, ningún grupo del escenario político representa los intereses de la mayoría de los que habitamos en el país, solo representa los intereses personales del dominio y el afán del poder de una minoría.
No debemos dejar a un lado los rasgos fundamentales que representa al venezolano y, por ende, estos  sea motivo de aprovechamiento de los actores políticos. El venezolano es y será siempre  una persona amante del amor y la paz, ingenua, en el fondo siempre acepta todo con paciencia;  es una persona acogedora, solidaria, alegre y jocosa; trabajadora, aunque algunos digan lo contrario.
Lo hemos visto solidario frente a una situación de catástrofe bien sea nacional o en otros países, como fue el caso de la inolvidable tragedia de Vargas y  terremotos en países latinoamericanos. El calor familiar al recibir amigablemente a un desconocido y ponerse siempre a la orden; lo digo con propiedad por dos razones, tener la dicha de ser hijo de inmigrantes y ver como mis padres nunca le han faltado unas palabras de aliento  por parte amigos venezolanos en los momentos difíciles de la vida y, por otro,  en mi tiempo de estudio de bachillerato cuando mis más allegados amigos pedían la bendición a mi madre y le llaman por su nombre “mamá María”. Aún algunos de ellos siendo profesionales y otros de vestidura sacerdotal, siguen con esa costumbre.  ¡Cómo no amar al venezolano!
Por otro lado,  el famoso decir “donde come dos, come tres” o “échale más agua a la sopa”; cuando llega un invitado imprevisto y lo acoge en casa. Las experiencias de vida, un poco desagradable, la convierten en bromas y chistes dándole un toque mágico de humor.
Por consiguiente,  considero que el venezolano es un ser muy, pero muy especial, el cual no es digno que pase por situaciones de confrontación entre ellos mismos.
Es verdad que a nivel mundial existe una crisis económica que ha agudizado la economía de muchos países y de muchas familias. Los expertos económicos como Robert Kiyosaki,  define dicha situación como la muerte de la era industrial y el surgimiento de la era de la informática. La muerte de las empresas en el mercadeo tradicional y el nacimiento de un nuevo estilo de mercado: el mercado informático. Lógicamente, estos hechos producen  resistencia al cambio, sobre todo, en la imposición a un nuevo paradigma.
Por tal razón, me preocupa el enfrentamiento entre los mismos venezolanos, la lucha entre dos modelos económicos y políticos: uno ya obsoleto como es la teoría socialista y otro ya moribundo como es la economía materialista.  Dos modelos que luchan  gracias a la manipulación de la inocencia de muchos seres.
La solución a la crisis social y política de Venezuela no está en las marchas, ni concentraciones, mucho menos en la mal táctica de “guarimba”, ni en acelerar discursos y términos verbales o escritos de odio tanto de un polo como del otro. La solución radica en un profundo cambio de actitud del Ser. 
Cuando digo cambio de actitud del Ser me refiero al cambio de mis pensamientos, mi modo de pensar, muchas veces,   de conformismo y facilismo a un cambio progresista  como persona y conquistador de sueños. En Venezuela, siempre nos ha enseñado las cosas fáciles, no es nada raro para lo que somos educadores observar esa debilidad en nuestros alumnos y en sus padres o representantes.  
Debemos esforzarnos y exigirnos por un cambio de convicción del que “quiero”, “puedo” y “lo voy a lograr” mi proyecto de vida versus al “no puedo”, “no tengo tiempo”, “no creo que lo pueda lograr”. 
Debemos esforzarnos por un cambio del discurso del odio al discurso del Amor. En todos los estratos sociales tenemos la gran debilidad que no nos enseñan Amar. No es decir te amo a cada persona que no encontramos, sino en tolerar y aceptar las ideas, creencias y forma de ser de cada uno. No podemos exigir que el Otro sea igual que Yo. Todos tenemos cabida en la sociedad y todos somos seres que nacemos, crecemos y morimos. Amar a la vida, amarme como persona y amar al otro como ser semejante a mí. 
Su Santidad el Beato Juan Pablo II, nos invito en reiteradas oportunidades a construir la “Civilización del Amor”; sin amor no hay paz, sin paz no hay tolerancia y sin tolerancia no existe la convivencia ni el diálogo. Juan Pablo II lucho en su país nativo frente una ideología dominante con la vivencia del Amor. No organizó ni guarimbas, ni marchas; la concentraciones que representaba era en Vigilias y oración por la Paz. 
En conclusión, les hago una invitación  a los dos actores políticos de mi país, analicen muy bien la situación y las necesidades de la mayoría en todos los renglones; no se queden  en el estrato social más pobre ni el otro en la clase media y rica. Se trata de integrar a todos: lean bien, TODOS: al rico, mediano y pobre. Todos tenemos la oportunidad de ser Feliz. 
No se trata de hablar de la paz con violencia o balas, se trata de abrir un diálogo verdadero, sin ideologías dominantes ni intereses personales; quizás para el pesimista suena como algo utópico, pero para los optimistas lo vemos como algo que se puede lograr si cada uno de nosotros ponemos nuestro empeño al cambio. Solo así, podemos seguir construyendo este gran país: Venezuela.
¡Viva el Amor!, ¡Viva la Paz!, ¡Viva VENEZUELA!

Fiorenzo Campeotto L
Licenciado en Filosofía egresado de la Universidad Católica Santa Rosa en Caracas. 
¡Orgulloso de ser Venezolano!

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