lunes, 28 de mayo de 2018

Los aportes de Cécile Vogt a la Neurociencia.

Por Fiorenzo Campeotto Liberali. 

            Cécile Vogt era oriunda de Annecy, Francia. Nace el 27 de marzo de 1875 y fallece el 4 de mayo de 1962, en Cambrigde, Reino Unido a la edad de 87 años. Profesión Neurobiólogo, el cual deja un gran aporte para la neurociencia con sus estudios sobre la neuroanatomía funcional.

            Junto a su esposo Oskar Vogt fundaron la asociación Vogt, cuyo principal objetivo era la investigación y estudio del cerebro; legado útil  para las investigaciones sobre el área durante la  primera mitad del siglo pasado. Uno de estos aportes fue el descubrimiento del síndrome Vogt atribuyendo el nombre Cécile y Oskar. Este síndrome ocurre en los primeros años de la infancia, conocida como infancia temprana; consiste en una lesión del cuerpo estriado, la cual causa la forma atetoide o parálisis cerebral, afecta la capacidad del niño en controlar sus músculos tanto de piernas como brazos. El niño  que padece del atetoide  tiene problemas de equilibrio y coordinación de sus movimientos.

            Desde el punto de vista de la neurociencia, la parálisis cerebral atetoide, es una lesión del cuerpo estriado, con agregación en forma anormal de las fibras nerviosas mielinizadas. Además, compromete el tálamo y la corteza cerebral.

       Por otra parte, las investigaciones realizadas por los Vogt tenían como objetivo primordial descubrir las estructuras cerebrales y moleculares que conforman la consciencia humana. Estaban convencidos que cada fenómeno psíquico se forma sobre la base del cerebro.

            En suma, Cécile realizó estudios profundos del tálamo y el sistema estriado, más tarde se conoció como Ganglios Basales; aportes reconocido por el médico español Ramón y Cajal (1852-1934). Además, los Vogt crearon el mapa del Cerebro, útil para la neurociencia contemporánea. Gracias a estas investigaciones, hoy en día,  la neurociencia puede brindar orientaciones necesarias para enfermedades como el mal de Parkinson y el Alzheimer.


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jueves, 17 de mayo de 2018

El Hambre en el Cerebro.

Por: Fiorenzo Campeotto Liberali

          Recuerdo cuando estaba finalizando los estudios de maestría, un profesor nos invitó a escoger el tema a investigar para el trabajo final de grado; al llegar mi turno le exprese la temática: “Educar con Hambre”; el objetivo del estudio estaría enmarcado dentro de los parámetros de los primeros años de escolaridad en zonas muy populares, donde los niños, a veces, hacen un sola comida al día y con muy poca porción. El profesor quedó pensando en silencio con mi tema y, finalmente expresó: “Campeotto, tu tema no tiene relevancia para ser investigado, porque con hambre no puede ni podrá el alumno aprender, es imposible”.

            Al observar un artículo publicado en una página on-line “Psyciencia”, titulado Lo que el hambre le hace a tu cerebro, escrito por David Aparicio (2017); hago relación a la disputa sobre el tema que quería investigar, ya que aún no me doy por vencido sobre el aspecto.  A continuación les voy hablar un poco cómo influye el hambre en nuestro cerebro.

            La persona que tiene la costumbre de comer bien, por lo menos tres comidas al día y, sufre, repentinamente,  un cambio de hábito alimenticio, ciertamente, refleja desajustes neurológicos y biológicos en el organismo. Empieza a tener mala alimentación, nutrición y, por ende, un desbalance orgánico. Luego, el estado de ánimo es uno de los elementos afectado; aparece el mal humor y la irritabilidad como producto del inconformismo y desacomodo frente a la situación.

            Empieza descender los niveles de glucosa en la sangre produciendo un nivel de angustia y estrés, gracias a la activación de las hormonas cortisol y la adrenalina. La primera, su función es incrementar el nivel de azúcar en la sangre bajo el proceso conocido como síntesis de glucógeno y, evita exceder los niveles insulina; también controla la presión arterial. Por lo tanto, la excesiva función de esta hormona produce la irritabilidad y conduce al individuo a un estado de angustia; conllevando a ser conocida como la hormona del estrés.

            En cambio, la segunda hormona se activa cuando los niveles de azúcar son bajos, reactivando el sistema nervioso y manteniendo al individuo a un estado de alerta.  Conjuntamente a estas funciones, genera los conocidos neuropéptidos que son pequeñas moléculas que funcionan como neurotransmisores en el sistema nervioso; son los que aportan la información al resto del cuerpo y condicionan el comportamiento. En otras palabras, son los que originan la sensación de hambre en el individuo y lo que impulsa a alimentarse.

Algunos autores consideran que los neuropéptidos son una especie de fundamentos biológicos de la consciencia, ya que algunos de ellos, como las encefalinas y las endorfinas, inciden sobre los procesos psíquicos como la afectividad, motivación, aprendizaje y la memoria; todo esto nos ayuda a comprender los cambios de carácter cuando se  tiene hambre.
            Estas funciones hormonales activan la búsqueda de alimentos; de lo contrario, incrementa la agresividad y produce una reacción negativa en los estímulos; debilita las funciones primarias y la capacidad de concentración; de igual forma, baja los niveles de azúcar y puede producir la pérdida del conocimiento.


            Para finalizar, es importante establecer la diferencia entre hambre y apetito. El hambre es la sensación que nos conlleva a comer; en cambio el apetito es la necesidad de ingerir alimentos para mantener el estado de equilibrio tanto biológico como corporal. La mayor parte de las investigaciones en las diversas disciplinas científicas han basado sus estudios sobre el hambre, ya que también participan otros componentes biológicos como el páncreas, el estómago, además de los endocrinos y hormonales.


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martes, 1 de mayo de 2018

EL CONDUCTISMO COMO FACTOR TRANSFORMADOR.


Por: Fiorenzo Campeotto Liberali. 


   Recuerdo muy bien durante la etapa de la infancia fui educado, tanto en el colegio como en mi entorno familiar, bajo la corriente conductista; especialmente con la presencia de algunos de sus elementos: los condicionamientos y la Teoría de Refuerzo. Esta corriente aún sigue siendo factor de importancia en algunos sectores de la vida; pero ¿Qué es el conductismo? y ¿Cuál es su importancia?
          
  La Psicología estudia la conducta general del ser humano en la interacción con su entorno; es decir, todo los elementos que, directa e indirectamente, tienen relación con el  factor conductual de la persona. Ahora bien, el conductismo o psicología conductual, como suele conocerse, es la teoría del aprendizaje enfocada en la conducta objetivamente observable; es una corriente psicológica que estudia la conducta aprendida a través del desarrollo del individuo y su interrelación con el ambiente; analiza y comprende las reacciones y/o respuestas que un individuo actúa frente a un estímulo.

    A través de un recorrido histórico entre sus principales autores encontramos al fisiólogo y psicólogo ruso Iva Pedtrovich Pavlov (1849-1936) con el famoso aporte de la Teoría de los Reflejos Condicionados, el cual basa su estudio a la observación de la conducta de su perro que producía la salivación con tan solo escuchar el toque de la campana, ya que la asociaba con la comida, llamando a éste último estímulo directo y la campana estímulo condicionado.
  En esta misma línea, está John Broadus Watson (1878-1958), psicólogo estadounidense, el cual rechaza todo método introspectivo para el estudio del comportamiento humano; para Watson la factibilidad de las interpretaciones psicológicas se encuentra en los mecanismos de comportamiento tales como: el estímulo-respuesta.

 Por otro lado, encontramos a Burrhus Frederick Skinner (1904-1990) psicólogo estadounidense que nos habla de los condicionamientos, el comportamiento operante y los refuerzos o  la Teoría del Refuerzo. En otro artículo, ampliaré más este tema.  

  Debo mencionar que, gracias a los aportes de esta teoría, todo comportamiento se suscita bajo un estímulo; bien sea directo o condicionado; el estímulo proyecta el grado de motivación que representa ciertas circunstancias de la vida; el cual puede conducir los procesos de transformación personal. Transformación que es reflejada en las actitudes; de ahí que marca el cambio. Si anhelamos obtener un cambio externo, debemos empezar por cambiar nosotros; un cambio (como lo reza el acto de Contrición “Yo Confieso” católico), en: pensamiento, palabras y obras. De lo contrario, todo esfuerzo será inútil.

   En muchas oportunidades, suele dejarse a un lado el estímulo porque la respuesta no ha sido satisfactoria; entonces, es necesario evaluar qué tipo de condicionamiento operante ha influenciado en esa experiencia y cuál ha sido el nivel de respuestas que se ha emitido en él.

  A veces, el factor ambiente también juega un papel importante en la respuesta, se debe tomar en consideración en el momento de analizar la situación en estudio. Si es necesario realizar un cambio del mismo para que se pueda lograr una respuesta satisfactoria, entonces habrá que hacer todo lo posible para tal fin.

   En conclusión, se puede decir que la Teoría Conductual es una teoría psicológica de gran influencia en nosotros; aportes necesarios para comprender la conducta humana y, en oportunidades hacer énfasis en su mecanismo para lograr ciertos cambios y transformación en el individuo. El facilismo no da soluciones viables, sino superfluas; es necesario la disciplina para valorar nuestra condición humana reflejada en sacrificios, dedicación, constancia y actitud física y mental positiva.


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