Filósofo
La mayoría de las personas desapercibimos la buena
acción de agradecer. Me acuerdo durante mi infancia, cuando alguien me
obsequiaba algo, por más pequeño o insignificativo que pudriese parecer el
regalo, mis padres me decían: “A ver, di Gracias” o sino “Cómo se dice” y uno
se veía obligado a decir “Gracias”. Hoy
por hoy, en nuestra sociedad contemporánea y post modernista, muy poco son los
padres que educan a sus hijos para que digan “Gracias”.
Quizás
este gesto o actitud, por muy insignificante que podamos ver, encierra en ella
un gran poder. Estamos acostumbrados a la rutina y a las acciones mecanizadas
del día a día, el cual, nos impide a detenernos en un momento oportuno para agradecer. Todo pasa y todo sigue igual,
pero no es así. El mundo va evolucionando en una velocidad gigantesca gracias a
la tecnología y al desarrollo del medio cibernético. Hoy estamos aquí y mañana
no sabremos qué pasará con nosotros. Por tal razón, es importante vivir cada
momento de la Vida, disfrutar sanamente. En lo rutinario, la diferencia lo
marca el aprecio. Cuando agradecemos estamos valorando la vida, al Universo, al
Otro, a todo lo creado y existente.
Si
tenemos la voluntad de ir bordando el hábito del agradecimiento, vamos a
empezar ver en nosotros un cambio en
nuestro pensamiento y, por ende, en nuestra actitud. Tan sólo al abrir los ojos
cuando nos despertamos y decir: “gracias, gracias y gracias”, nos estamos
conectando con la Energía Pura, con la energía Creadora del Universo, como lo
diría Wayner Dyer: con la Fuente. Nos estamos conectando a lo más hermoso del
ser humano: la gracia de Dios o Yave o Alá, como dirían las diversas creencias religiosas.
Entramos en conexión con el Bien Absoluto, desde la perspectiva filosófica.
Cuando
desarrollamos el hábito de agradecer empezamos ver nosotros efectos
sorprendentes que antes no los veíamos, como el cambio de nuestros
pensamientos, del pesimismo al optimismo; descartamos todo pensamiento tóxicos bien sea nuestros o de
otros y desechamos todo lo que nos impida aproximarnos al Bien. Empezamos a
cambiar nuestra actitud, valoramos la vida, nuestra existencia y todo lo que
nos rodea. Contagiamos a las personas que nos relacionamos con optimismo y
positivismo.
¿Por
dónde empezar a agradecer? La actitud del agradecimiento no posee manual o
técnicas algunas que nos orienta cómo hacer. Lo cierto que debe ser un acto
voluntario, de consciencia y no impositivo u obligado. Lo aconsejable es
agradecer por todo lo que a diario hacemos,
obtenemos y nos relacionamos, por más insignificativo que sea; agradecer
por todo lo positivo y, también, lo negativo, ya que gracias a estas
experiencias nos enseña a comprender, entender y madurar las circunstancias de
la vida, a otras personas.
Finalmente,
debo decir que el Agradecimiento es un sentimiento de gratitud, por tal razón,
es importante proyectarlo hacia fuera para sentirnos Bien con nosotros mismo y,
posteriormente, con los demás. Cuando nos sentimos bien, positivos, diferentes,
empezamos atraer todo lo bueno hacia
nosotros, nos relacionamos con gente optimista y, poco a poco, lo que anhelamos
en la vida, llega a nosotros en el
momento menos esperado, lo atraemos con nuestros pensamientos y actitud
positiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario